Otro Atardecer, empotrado en mi penumbra oscura y redonda
Se me acaba el tiempo, antes del tiempo de tormenta,
Aun existe un segundo, capaz de persuadir a la inminencia:
Elocuencia perpetua de caóticas mesuras,
Estupro en ironía, que secuestra la conciencia,
Indolencia que corrompe, desde la esencia de las mentes.
Pero un segundo, no será suficiente,
Bastara comprender la noética de la existencia,
hará falta mas de un nuevo amanecer,
Para calmar el tormento del ser,
Que solo existe, en busca de una respuesta,
A como distinguir la tempestad de la tormenta,
Que nace de la claridad inconsciente.
Temiendo a su perfección, evoluciona a lo imperfecto,
Conociendo la máxima expresión de lo humano,
Estupor a lo divino, la inherencia realmente perfecta.
Que ciegamente el mismo ha creado, sometido o establecido,
Pero a la ves se dice y convence a ignorado.
No por ignorancia, ingenuidad o conveniencia,
Sino...por Naturaleza...
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