
Una nueva lágrima de sangre cubre mi calle,
donde los sueños nacen y mueren cada día,
y las nuevas almas ingenuas de la vida,
poco a poco van torciéndose al pasar los segundos.
Aquella Rosa es testigo, de la vida de arresto en la miseria,
de sus pétalos que brotan solo en primavera,
desgarrados de su lecho, enfrentando la adversidad,
en la eterna soledad.
Inocentes Frutos que subsisten hasta madurar,
cayendo en orificios sin final, solo principio.
Intentando reponerse a su destino irremediable,
Pero ya es tarde.
Solo queda esperar el primer suspiro, el último lamento...
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